"Suele repetirse el disparatado lema de que "todas las opiniones son respetables", en lugar de asumir con cordura que lo respetable son las personas, pero que muchas opiniones son erróneas o detestables y el único respeto que merecen es ser señaladas contundentemente como tales. El ateísmo explícito queda así como una actitud innecesariamente hirsuta. De mejor tono es arroparse con un cierto agnosticismo crepuscular en el que todos los bultos pardos pueden ser gatos pero también hábitos frailunos con capucha y todo. Se dice que en este terreno tan poco terrenal nada podemos saber de cierto, que nada puede afirmarse definitivamente: ¿por qué la intransigencia de negarnos a los milagros, la resurrección de los muertos o la transmigración de las almas, en lugar de permanecer amablemente abiertos a cualquier sorpresa? Estas muestras de fragilidad mental denotan desde luego individuos que confunden tener un espíritu amplio con tenerlo vacío.
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"Por lo tanto aquí me tienen, un auténtico ateo a su servicio, en la orilla opuesta no menos de la teología de la liberación que del Opus, no más de la Conferencia Episcopal que del benemérito padre Popieluzsko (1). Y dispuesto a explicarme, como es de rigor.
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"Sobre todo, esta superstición teísta se basa en la incapacidad dolosa de tomarse en serio la realidad de la 'muerte'. Queda ésta reducida a un tránsito, a la formalidad previa a un juicio, a la antesala de otra vida mejor (o peor, tanto da): en último término deja de ser muerte y se convierte en ilusión de muerte. Así se escamotea radicalmente el dato definitorio de la condición humana y se reduce al hombre a aliviado sujeto de una extraña burla. Pero al desvirtuar la muerte queda también por el mismo gesto desvirtuada sin remedio la libertad, pues ésta no consiste sino en la conciencia de actuar 'finito'.
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"Para concluir, diré unas cuantas palabras respecto al teísmo y la Iglesia bajo cuya égida nos ha tocado vivir. En líneas generales, la figura del intermediario en cuestión religiosa es de una ridiculez casi obscena. Malo es personalizar lo impersonal, aunque quizá se trate de un casi inevitable infantilismo psicológico como defensa frente al sobrecogimiento sagrado; pero ofrecerse como especialista en conjurar e interpretar la personalidad así fingida es algo que a estas alturas del siglo xx resulta por cierto hiriente. Las Iglesias son instituciones de orden político pero entre todas las instituciones políticas existentes son las que obtienen su legitimación de una heteronomía asumida de forma más descarada.
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"Y es particularmente irritante escuchar en los medios de comunicación que tales planteamientos se hacen exclusivamente desde un punto de vista 'ético', como si un obispo tuviera más autoridad o competencia ética que un payaso de circo o un bombero. Los obispos tendrán autoridad religiosa entre sus feligreses, pero en cuanto a moral no tienen ninguna iluminación superior a la de cualquier ciudadano, al menos en una sociedad afortunada aunque imperfectamente laica como ésta en que vivimos. Nunca se protestará lo suficiente contra este tipo de ingerencias de la heteronomía eclesial en la autonomía política, que cuando son toleradas aunque sea en nombre de la concordia no hacen sino probar hasta qué punto esta autonomía es por desdicha todavía incompleta y frágil.
Capítol del llibre "Humanismo impenitente" (Anagrama, 1990, p. 195, 196, 203, 204)
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(1) Nota meva: Jerzy Popiełuszko va ser un capellà polonès proper al moviment "Solidaritat" (liderat per Lech Valessa), de base cristià i oposat al règim comunista de Polònia. A causa del seu creixent protagonisme públic, Popiełuszko va ser assassinat el 1984 (informació de la Viquipèdia).