"Tot allò que tenia vida a Jericó fou consagrat a l’extermini: homes i dones, joves i vells, vaques, ovelles i ases. (...) El Senyor era amb Josuè, i la seva fama s’escampà per tot el país."
28 d’abr. 2020
Les missioneres seculars (i l'Opus)
Em trobo pel carrer, en no gaires bones condicions (ha plogut i està amarat), el llibre de la Carmen Alcalde "Mujeres en el Franquismo" (1). Amb pròleg de Vázquez Montalbán, l'index és atractiu, i em crida l'atenció, més que altres parts, el capítol VIII, "El Opus femenino, de nuevo una historia de humillación." (Carmen Alcalde va pertànyer a l'Opus, no sé durant quant temps). D'aquest capítol trobo interessant sobretot la referència a les missioneres seculars (amb les quals no em queda clar la vinculació que hi va tenir):
"Personalmente recuerdo haberme integrado como "compañera" de viaje en el grupo de las Misioneras Seculares. Vivían en pequeñas comunidades en barrios periféricos, cercanos siempre a las viviendas de las clases trabajadoras. Surgidas del invento de la Asistencia Social, dedicaban sus afanes a resolver problemas inherentes a las clases trabajadoras y luchaban subrepticiamente contra la burguesía que acogotaba a los pobres. Eran gente honesta, buena, sencilla, ingenua, que se agotaban en esfuerzos ingentes en su quehacer de todos los días practicando la utilísima caridad bien entendida. No buscaban adeptas y apenas hacían proselitismo. Acogían y alentaban todas las colaboraciones espontáneas. La mayoría tarde o temprano se vieron obligadas a desaparecer por falta de medios, por falta de ambiciones personales y porque el cebo de la sección femenina del Opus Dei reclamaba a aquella juventud femenina para que entrara a formar parte de algo tan importante como solucionar el problema de los hombres del Opus Dei. En este caso no creo equivocarme si digo que de nuevo se montó el gran teatro de la utilización de las mujeres para el triunfo de una organización claramente varonil.
"De mis primeros contactos con una mujer del Opus Dei recuerdo claramente el orgullo de su secreto por pertenecer a una orden de la que todavía no se podía mencionar apenas el nombre y cuya divinidad se hallaba por encima del concepto de las monjas de toca. Aquella mujer solía reírse no sólo de los conventos sino de otros intentos de congregaciones religiosas femeninas "destinadas al fracaso", según auguraba.
"El Opus Dei de Monseñor estaba por encima de lo humano y nunca supo de solidaridad, ni de cordialidad con la clase obrera. Aquello recordaba demasiado el incipiente pacto humanista en la lucha de clases que se estaba fraguando entre los católicos comunistas y los comunistas católicos. Llegaban ya las voces y la palabra de Teilhard de Chardin, el espectáculo de los curas disidentes corriendo delante de la policía franquista. Estaba Carlos Comín. Y Aranguren. Y el padre Jordi Llimona. Y Zubiri. Y Tierno Galván. Y José M.a Valverde.
"Sí. Tenía razón la del Opus. Las monjas seglares estaban destinadas a desaparecer dado el escasísimo soporte económico que la Iglesia les propició, y dado que eran altamente sospechosas de independencia del clero. Y dado que, en aquellos tiempos exactos se hacía imprescindible una organización más eficaz y, por ende, más clandestina de la que su propia buena fe les reclamaba. Mis recuerdos desde Madrid, donde estudiaba periodismo, son los más entrañables de mi vida universitaria. María Luisa Luca de Tena, hermana e hija de los Luca de Tena de ABC fue su puntal indiscutible.
"Pasaban en todo desapercibidas y ello las hacía distinguirse. Nunca supe con certeza cómo habían conseguido reunirse y atomizarse por el país de una forma tan callada. Sin lugar a dudas iban a ser muy pronto la presa idónea para el león rugiente del Opus que se aprestaría a devorarlas. En este caso sin consignas concretas, sin dedos inquisidores que señalaran al enemigo. La táctica sería la oración en maitines del "nosotros somos los únicos hijos de Dios". Nadie tenía el monopolio en cuestiones de Dios. Sólo el Padre. Amasado su ingente patrimonio económico gracias a las limosnas de los pudientes, acaparado el poder político con el desembarco del falangismo tras la Reunificación y con Dios en exclusiva, también los pequeños facciosos de la Iglesia serían pronto ninguneados: los Cursillo de Cristiandad, la Acción Católica, las Catequesis, los curas obreros, las monjas seglares. Tocas y sotanas arrojadas en los baúles de la historia religiosa del país, despachados los jesuitas de la dirección espiritual de una juventud que, de la noche a la mañana se despertaba laica, el Padre sería el gran terrateniente de miles de almas que se habían quedado yermas, sin tierra que cultivar.
"Practicaban igualmente las monjas seglares los tres votos ortodoxos. Y entiéndase así: los practicaban. Gozaban con el placer de "hacer el bien". Las seguí en su entrega por paliar la tragedia colectiva de las inundaciones de El Vallés en Barcelona. De nada hacían ascos: ni de la vieja que se meaba en un rincón y se desprendía de su manta de agujeros para dársela a otra mujer más aterida, ni de los mocos y la caca del chiquitín, ni de la madre a punto de parir acostada sobre un barrizal. Vivían en pequeñas comunidades dispersas por el país. Casas humildes en extremo y situadas siempre en los barrios periféricos: "Aquí hay mucha demanda", me explicaba M.ª Luisa Luca de Tena, mientras saboreaba una taza de café, en atención a mí, que no a ella. No practicaban ningún tipo de proselitismo, sólo pretendían predicar con el ejemplo. Pensándolo en la distancia tal vez poseían un gran atractivo: la alegría, nunca supe si impostada o espontánea, que siempre irradiaba de ellas.
"En Madrid, desde mi residencia de estudiantes, solía acudir a "su casa" los domingos, a sus excursiones... hasta que llegó lo inevitable: "Deja tu casa, a tus amigos y entra en nuestro noviciado." Mi respuesta, puesta en el indeseado e ineludible trance de escoger un nuevo compromiso, fue tajante y hasta cruel: "Hace tiempo que trato a mujeres del Opus... mi vocación se encuentra más cerca de ellas..." La Directora me penetró con su mirada, tal vez de alivio, más bien creo, de pena: "Temo que no encontrarás nunca la paz porque tu corazón no podrá dejar de arder atosigado por el fuego de tu búsqueda constante y de tu rechazo a comprometerte. Yo sé que tampoco encontrarás la paz en el Opus Dei. Tú sabes quiénes son. A pesar de todo tu sentido de la lealtad tropezarás con ellas... y te harán daño." Se disolvieron poco a poco aquellas órdenes religiosas femeninas. O tal vez sigan, lo ignoro. En cualquier caso la verdad es que su paso y su ejemplaridad por la vida de muchas jóvenes jamás fue perverso." (p. 108 a 110)
Fa anys vaig conèixer l'existència de les Missioneres Seculars a través de l'Assumpta, i des d'aleshores n'he anat sabent més coses. D'una banda, allò que ella me n'ha anat explicant (sobre ella, i sobre companyes seves). I d'una altra banda, allò que he vist: com viu l'Assumpta i a què dedica la seva vida. Crec que ja ho he dit algun cop, que l'Assumpta és una persona a qui admiro molt.
Quan llegeixo el que diu la Carmen Alcalde tot em porta a l'Assumpta: "Vivían en pequeñas comunidades en barrios periféricos"; "Eran gente honesta, buena, sencilla"; "No buscaban adeptas y apenas hacían proselitismo"... I també: "Sí. Tenía razón la del Opus. Las monjas seglares estaban destinadas a desaparecer dado el escasísimo soporte económico que la Iglesia les propició, y dado que eran altamente sospechosas de independencia del clero."
Una altra part d'aquest capítol que em crida l'atenció és aquesta:
"Por otro lado, y recuperando el tema de la presencia de la mujer en el Opus Dei, me asalta la tentación de creer que mi breve andadura por los "caminos" de Escrivá nunca existió. Me ataca como una especie de Alzheimer que me dice que nada nunca existió. Que ninguna mujer existió en el Opus. He buscado y rebuscado en las listas del célebre libro de Ynfante; en el cuestionario de Eva Jardiel Poncela, "¿Por qué no es usted del Opus Dei?", en "La historia oral del Opus Dei" de Alberto Moncada. Ignoro si en estos índices están todos los que son o no son todos los que están. Lo cierto es que el desprecio hacia la mujer de Escrivá de Balaguer caló tan hondo que ni sus adictos ni sus contrarios se enteraron de su existencia. (p. 104)
Llegeixo això i, sobretot, em sobta que quan vaig llegir "¿Por qué no es usted del Opus Dei?" no em fes la mateixa pregunta que es fa la Carmen Alcalde: com és que en el llibre d'Eva Jardiel Poncela no hi surt ni una dona? Hauria d'haver sigut la primera i més immediata pregunta que llavors jo que m'hauria d'haver fet... Però no va ser així, i m'agrada sentir que la Carmen Alcalde em posa en evidència.
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(1) Flor del Viento Ediciones, 1996